Además, fue la primera mujer que ganó una carrera automovilística en 1903 y que estableció el récord mundial femenino de velocidad
A principios del siglo XX, era inusual ver a una mujer al volante de un automóvil. Dorothy Levitt desafió esa norma social al convertirse en una conductora y establecer el récord mundial de velocidad femenino. Sin embargo, su verdadero objetivo era animar a todas las mujeres a dar ese mismo paso. Para ello, decidió escribir el libro “The Woman and the Car: A chatty little handbook for all women who motor or who want to motor“, en el que ofrecía una variedad de consejos.
Uno de los consejos más llamativos era llevar consigo un pequeño revólver si se iba a conducir sola por carreteras y caminos. También proporcionaba consejos más sensatos, como conducir a baja velocidad en áreas urbanas y cerca de escuelas. Aunque su valentía y su récord de velocidad fueron destacados en su carrera, su mayor contribución fue inspirar una pieza indispensable en todos los vehículos: el retrovisor.
ESCRIBIÓ UN LIBRO ANIMANDO A LAS MUJERES A CONDUCIR
En las páginas de su libro, Levitt recomendaba el uso de un espejo de mano para poder mirar hacia atrás “de vez en cuando”. En aquellos tiempos, los conductores no tenían forma de ver si había algún vehículo detrás de ellos y se veían obligados a girar la cabeza, lo que representaba un claro peligro en la carretera. Muchas personas comenzaron a seguir el consejo de Levitt, hasta que finalmente el piloto de carreras Ray Rannoun, posiblemente también inspirado por este consejo y al no tener un copiloto que le guiara, instaló un espejo fijo en su automóvil cuando participó en las 500 millas de Indianápolis. Así nació oficialmente el retrovisor.
Cabe destacar que Dorothy ingresó al mundo del automovilismo por casualidad. Trabajaba como secretaria en la compañía David Napier Son Limited, que se dedicaba principalmente a la fabricación de automóviles Napier. El director, Selwyn Edge, propuso a la joven incursionar en el automovilismo deportivo como una forma de promocionar la empresa. Levitt aceptó, ya que pensó que podría sentar un precedente.